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Dentro del ADN de la empresa familiar

Las empresas familiares representan cerca de dos tercios de todas las empresas en cualquier economía. América Latina no es la excepción: representan aproximadamente 70% de todas las compañías, 50% de las firmas de mayores ingresos y 50% del empleo, según diversos estudios. Pero éstas siguen siendo vistas como firmas anacrónicas, no muy progresivas y de carácter menos profesional.
Por supuesto que esta visión puede ser refutada, pues hay quienes afirman que las empresas familiares pueden ser algunas de las más audaces y profesionales del mundo, cuando las familias al mando hacen las cosas correctas. Es más, existen ciertos rasgos que son comunes a todas las empresas familiares, y por lo tanto las familias pueden contribuir enormemente al éxito de un negocio si entienden y siguen algunos principios básicos. Entre ellos, menciona rodearse de buenos consejeros externos, abordar el problema de la sucesión de manera sistemática y adoptar el enfoque correcto hacia la propiedad.

La propiedad de la empresa familiar debe merecerse, tal como la gerencia debe merecerse. No es un derecho de nacimiento. Los líderes de las empresas familiares necesitan reconocer que disponen de un tiempo limitado para hacer la elección correcta y por tanto deben ser muy realistas al evaluar a sus sucesores, a sus altos ejecutivos y a otros socios en la propiedad.
Las familias son altamente sensibles a temas como el status, el poder y el respeto, por lo que con frecuencia se resisten a cualquier cambio que perturbe esos elementos, además pueden volverse muy aprensivas al riesgo.

Aún así, mientras ciertos aspectos emocionales de la empresa familiar pueden ser un factor de complicación, algunos valores familiares influyen positivamente en los negocios, como el pensamiento a largo plazo, un sentido de orgullo y una actitud más preocupada por las personas.

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